Ya disponible en Amazon ¡Basta ya de mentiras! (Neo Club Ediciones), obra testimonial donde acción y reflexión conviven armoniosamente revelando varios de los secretos mejor guardados del castrismo: exponiendo las mecánicas de penetración ideológica con que La Habana dinamita los soportes de la democracia en el hemisferio.
Sola ante el peligro. Burlando al aparato de control totalitario. La inagotable rebeldía del despertar de la conciencia. A propósito del lanzamiento del libro, Puente a la Vista entrevista en dos partes a su autora, Daisy Kramer, cuya voluntad pedagógica se hace patente a todo lo largo de estas sustanciosas memorias:
P. ¿Qué la atrajo al comunismo en Cuba al inicio de la Revolución, antes de decir ¡Basta ya de mentiras!?
R. Realmente nunca pensé que era comunismo ni sabía lo que era el comunismo. Lo que siempre escuché a mis padres fue la corrupción administrativa en todos los gobiernos y el golpe de Estado dado por Batista, con el cual nadie estaba de acuerdo. Veíamos a Fidel como el seguidor de Eduardo Chivás, líder abanderado del eslogan «Vergüenza contra dinero» para acabar con dicha corrupción.
P. ¿Cuáles fueron los momentos clave que la llevaron a cuestionar al régimen batistiano?
R. Los jóvenes torturados y muertos, asesinados por miembros de la policía de Batista, incluido nuestro maestro Esteban Hernández.
Había un ambiente creado de que Batista había asesinado a muchos jóvenes revolucionarios que querían acabar con el régimen que había asumido el poder por un Golpe de Estado y que Fidel se había alzado junto a otros jóvenes del Movimiento 13 de Marzo, liderado por José Antonio Echevarría (Manzanita), junto a líderes de nuestra propia escuela La Progresiva, como Cubela y otros que estaban peleando para acabar con la corrupción administrativa.
Hubo un encantamiento muy grande con el triunfo de la revolución que lo narro en mi libro, que nos hizo entregarnos a la revolución y creímos en todas las mentiras que Fidel llevó a cabo, incluida la de que existía la pobreza en el mundo por culpa del imperialismo yanqui, por lo que había que estar firmes en la lucha a favor de «los oprimidos», que el imperialismo nos iba a atacar en cualquier momento.
P. ¿Podría describir alguna experiencia personal que marcara un cambio en su perspectiva sobre el régimen castrista?
R. Mi desencanto con el comunismo no tuvo lugar en Cuba, sino cuando tuve que escapar con mi hijo, quien me dijo que los jóvenes no tenían futuro y que el asedio que sentía en Cuba era un infierno sin fin, por eso entiendo a los que aún viven allí creyendo en ese sistema que solo lleva a la destrucción y a la indigencia del país.
P. ¿Cómo fue el proceso de dejar atrás un sistema de creencias en el que confió tanto? ¿Qué impacto tuvo su desencanto con el comunismo en su vida y en su visión del mundo?
R. Los hechos vividos en Estados Unidos, como fue la convivencia en familia con mis padres y hermanos, el tener que afrontar la muerte de mi esposo recién llegada de Cuba y la forma en que pude enfrentar la vida, mejorando siempre, con todas las adversidades que podrán apreciar en mi libro, me hizo una madre exitosa con una vida decorosa que jamás hubiera tenido en Cuba, por lo que siempre digo: En Cuba fue soportable la vida mientras duraron las riquezas que el capitalismo dejó, después tuvieron que abrir los viajes de la comunidad, porque el gobierno nunca ha sido capaz de resolver las necesidades del pueblo, todo siempre va empeorando.
P. ¿Qué lecciones espera que los lectores aprendan de su historia?
R. Que el comunismo se enmascara con mentiras que al principio son muy cautivadoras en los discursos y en el papel, pero que jamás han funcionado.