Estuve leyendo al poeta rebelde toda la noche. Luego dormí como un ángel a lo largo de la mañana. Un sueño particularmente reconfortante en el sentido de que no hubo pesadilla que no huyera despavorida, escarmentada a golpe de lirismo justiciero. La antología de Marcia López en torno a la obra de Ángel Osiris Milián invita a volar.
Estas confesiones directas al corazón, para decirlo sin rodeos, apuestan por la transparencia y la sensibilidad. Sin descuidar la forma, mucho menos la cadencia de una poética elegante, Milián se decanta por la sustancia de que está hecha la poesía. Una característica a agradecer en tiempos de reiteración y simulacro:
Mi devoción de carne y fuego tiene su poema
una flor que arde en vísperas del otoño.
En la raíz de este libro laten dos impulsos perfectamente reconocibles: la búsqueda de la justicia y el culto a la libertad. Lo lees y resulta inevitable retomar ciertos presupuestos, o pensamientos, que suponías criando polvo en un rincón de la memoria. Como eso aparentemente cursi, ingenuo o pasado de moda, de creer en el mejoramiento humano. Sin descartar, por otro lado, el vuelo universal de la poesía cósmica:
La vida ha de continuar errante
con el manto negro de la noche
sin el guarismo de profecías sagradas
tambores que alegran a los ángeles
cuando el universo rompe la cáscara
para que del polvo nazca el hombre.
Fino trabajo de la antologadora, lo suficientemente perspicaz como para no dejar fuera algunos valiosos textos juveniles. Recomiendo mucho El poeta rebelde (Neo Club Ediciones, 2023), poesía que insufla esperanza tras dejar atrás un año difícil.