2022 es el año, también, de la segunda parte del libro Retrato del exilio cubano, serie de entrevistas que Neo Club Ediciones publicó en 2015 y cuya principal intención, como el título indica, fue dar a conocer una especie de radiografía de la comunidad cubana en el exterior a través de sus definiciones. Ahora, con nuevos entrevistados de ambas orillas, esta segunda entrega de la saga profundiza en el contexto cubano del día después, cuando el castrismo en el poder entra en su recta final.
Al habla con el profesor y ensayista Enrique Patterson:
Armando Añel- ¿Qué es para usted la patria?
Enrique Patterson- Un sitio donde se tenga derechos, libertad y la posibilidad de construir -o de creer que se pueda- la pequeña felicidad posible a todo ser humano, es la única patria que considero en este corto viaje que es vivir. Todo lo demás pudiera reducirse a mapas, relatos y mitos de poder. Lo más grande que se tiene son nuestros hijos. ¿Cuál sería más mi patria, donde nací y no tengo derechos o donde nacieron mis hijas, lo único que tengo?
AA- ¿Qué es la libertad?
EP- Poder elegir. Nadie es totalmente libre, nuestras elecciones están condicionadas por circunstancias que no controlamos. Pero en ese marco restringido, la posibilidad de elegir define nuestra libertad.
AA- ¿Cómo y cuándo Cuba será libre?
EP- No sé. Desearía que lo fuera. Es más fácil que Cuba se libere del castrismo, ya eso sería un avance, a que logre ser libre en verdad. Nuestra superficialidad, nuestro complejo de superioridad, nuestra propensión a inferiorizar a gran parte de nuestros hermanos latinoamericanos y a otros grupos, la intransigencia respecto a otros puntos de vista, atentan contra nuestra libertad. Somos, como pueblo, muy superficiales. Me da tristeza decirlo, pero lo veo así.
AA- ¿Qué hacemos con, o qué se hacen, los cientos de miles de cubanos considerados castristas una vez Cuba sea libre?
EP- La pregunta es demasiado peligrosa, implica la posibilidad de un genocidio y habría que repoblar la isla casi por completo. La pregunta que me hago es esta: ¿Castro hizo a los castristas o los castristas hicieron a Castro? Castro es la expresión individual de toda la negatividad de nuestra historia, y hay que recordar que al inicio de la Revolución, cuando el caudillo dijo aquella frase terrible de “¿elecciones para qué ?”, la mayoría -sí, la mayoría- fanática aplaudió. Reformulo la pregunta: ¿qué hacemos con el castrismo una vez que el régimen caiga? Porque el dinosaurio seguirá ahí, esperando la oportunidad.
Frenar al castrismo implica establecer un Estado de Derecho, un régimen constitucional que impida la formación de mayorías aplastantes, es decir, un sistema parlamentario, en lugar de presidencial, que obligue a la negociación política para formar mayorías cualificadas. Un sistema político donde la fiscalía general de la república sea totalmente independiente del gobierno de turno, unas leyes que impidan que los funcionarios o políticos a los que se les demuestre corrupción no puedan nunca ser electos a cargos políticos o funcionarios del Estado, o hacer negocios con entidades del Estado.
Tenemos otro problema con los castristas. El anticastrismo es también castrista en muchos de sus métodos. Cambiar de enemigo no es lo mismo que dejar de usar sus armas. No me considero anticastrista. La posición de rebelde y prisionero de un mismo universo no me parece ni política ni psicológica ni culturalmente sana. Soy demócrata y rechazo al pensamiento único, a las dictaduras de izquierda o de derecha, al nacionalismo enfermizo, a los supremacismos, al pensamiento antiliberal (porque elimina la posibilidad de la pluralidad y del pensamiento crítico).
Estamos llenos de anticastristas a distancia que en la isla no tuvieron la entereza para decir que no, que nunca levantaron la mano en contra de la injusticia contra un compañero, de “amigos” o colegas que doblaban la esquina para no tener que saludarte, de vociferantes en las manifestaciones a favor del Mesías acá reconvertidos en vociferantes a distancia en contra del mismo Mesías o del mesianismo que antes apoyaban.
AA- La difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc., han contribuido grandemente a afianzar el totalitarismo en Cuba en los últimos 63 años. ¿Cómo atenuar esta tendencia sociológica en una Cuba en democracia, con conexión abierta a Internet?
EP- No lo sé. El castrismo ha convertido al cubano en bretero. Siempre tuvimos propensión al brete, pero lo totalitario ayudó al brete a ser total. Es método de gobierno. Las elites históricamente han tenido la función de establecer el tono de lo más aceptable socialmente, pero, ¿si son breteras? O, ¿y si sin serlo son incapaces de dominar el discurso público?
AA- ¿Usted votaría a favor de incluir una asignatura contra la envidia en un futuro sistema de educación en Cuba?
EP- Totalmente de acuerdo. Contra la envidia y la arrogancia. En fin, una asignatura semejante a Moral y Cívica. El castrismo es resultado de la envidia de las mayorías (nuestra herencia española) y de la desidia de las elites económicas republicanas. No logro explicarme cómo la burguesía cubana financió a un caudillo que venía con su ejército particular. Es la actitud de una elite suicida.
AA- ¿Cuán positivamente puede contribuir a la liberación y desarrollo de Cuba el activismo político youtuber liderado actualmente, entre otros, por influencers como los Pichy Boys, Alain Paparazzi o Alexander Otaola?
EP- A mi juicio, no mucho. En el sentido de que si identificamos al castrismo con la chusmería no se me hace de buen gusto enfrentarlo con sus mismas armas. Es posible que sean efectivos en socavar al régimen, pero no al sustento psicológico y sociológico del sistema. Por otro lado, la influencia de esos actores es la expresión de la falta de liderazgo del exilio. El ultimo líder que tuvo el exilio -no era de mi gusto, pero era un auténtico líder- fue Jorge Mas Canosa. ¿Por qué ya no hay líderes? Sencillamente porque ya no hay exilio. Los cubanos decidieron mudarse, hacer vida en otra parte de modo definitivo. El éxito de las plataformas online (da dinero) se debe a que el tema político cubano ha pasado a ser parte de la esfera del entretenimiento. La política no se puede entender a la vez como negocio. Si es buen negocio, seguro que no es buena política.
AA- ¿Qué tipo de influencia podría ejercer Estados Unidos en el futuro de Cuba teniendo en cuenta los estrechos lazos existentes entre ambos países desde hace, por lo menos, tres siglos?
EP- La geografía y la geopolítica mandan. Cuba puede tener un futuro económico exitoso a partir de su cercanía natural y una relación económica estrecha con los Estados Unidos. ¿Como puede protegerse Cuba de las fuerzas que tienden a desintegrar el Estado de Derecho y el orden liberal del sistema norteamericano? Lo ignoro. Es que veo a no pocos cubanos -a derecha y a izquierda- inmersos en ese universo. Espero que eso no triunfe aquí, porque por ahí se llega al fascismo o, en términos actuales, al putinismo.
AA- ¿Usted quiere ser enterrado en la mayor de las Antillas o, por el contrario, prefiere que sus cenizas sean arrojadas al mar?
EP- No en la mayor de las Antillas. No deseo ser enterrado allí de donde me tuve que ir, donde no se me respetó. Hasta que no decida otra cosa, hasta ahora que me entierren donde mis hijas puedan visitarme, o lo diré cuando decida hacer testamento. Nunca en el mar.
AA- Por favor, revélenos el nombre secreto de Cuba.
EP- Infamia.