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Diez respuestas de José M. Fernández Pequeño

2022 es el año, también, de la segunda parte del libro Retrato del exilio cubano, serie de entrevistas que Neo Club Ediciones publicó en 2015 y cuya principal intención, como el título indica, fue dar a conocer una especie de radiografía de la comunidad cubana en el exterior a través de sus definiciones. Ahora, con nuevos entrevistados de ambas orillas, esta segunda entrega de la saga profundiza en el contexto cubano del día después, cuando el castrismo en el poder entra en su recta final.

Al habla con el escritor José M. Fernández Pequeño:

Armando Añel- ¿Qué es para usted la patria?

José M. Fernández Pequeño- Supongo que te refieres a ese código compartido, ese hilo de comunicación tantas veces inconsciente que presta una perspectiva para entender la vida, intercambiar con nuestros semejantes y, lo más difícil, intentar saber quiénes somos. Yo prefiero llamarlo cultura porque desterritorializa el concepto. Algo como esto:

“Siempre es así, un impulso que se va como llegó, de golpe, y me deja en la sospecha de que ya soñé lo que estoy haciendo. No se puede explicar un instinto, la sensación de que las cosas pasan dos veces, aunque no recuerde uno cuándo fue la primera ni le quede una pista de que agarrarse para suponer cómo o por qué. Nada más la seguridad de que en los dos, en el sueño y en la realidad, soy yo […]. Mi miedo es que ese deslumbramiento de un saber inexplicable se acomode a la inercia de no saber.” (Del relato “A.M.”, libro Tres, eran tres).

Por ejemplo, ahora mismo tengo la impresión de que ya respondí esta entrevista antes, pero no recuerdo cuándo ni cómo.

AA- ¿Qué es la libertad?

JFP- Es la capacidad de ser tú, de elegir qué caminos quieres seguir y cuáles no. No hay libertad colectiva posible sin esa capacidad de los individuos para situar el centro de su existencia donde mejor les parezca. Dicho de otra forma:

“Para mí, sin embargo, esa pared posee una historia sensible y es capaz de comunicarme cosas, como mismo las comunica todo cuanto existe, sea un calzoncillo, una costumbre o una nube. Hay voces y mensajes por todas partes, siempre a la espera de quien sepa captarlos, apropiárselos y agrandar su sentido. ¡Hasta los muertos se expresan! […]. Si le digo todo esto, que a usted quizás le suene disparatado, es para hacerle saber que en los sonidos y sus significados tengo mi lugar (si quiere podemos llamarle patria, palabra imprecisa y peligrosa donde las haya), pero el caso es que de ese lugar no puede expulsarme nadie, no importa cuánto dinero o cuánto poder tenga ese nadie.” (De la novela Tantas razones para odiar a Emilia).

AA- ¿Cómo y cuándo Cuba será libre?

JFP- Eso no lo sabe nadie. La tozudez de quienes llevan más de sesenta años manejando el país con puño dictatorial hace temer que el cambio pueda producirse a un costo muy alto en vidas y sufrimientos. Porque el cambio se producirá, de eso no hay dudas, y nada lo asegura mejor que la obsolescencia del sistema político regente en Cuba, un país en dilatado proceso de derrumbe, tanto físico como social. Pero tanto aman esos señores su triste poder o tanto temen a las cuentas que puedan reclamarles en el futuro, que preferirían matar el pájaro antes que abrir la puerta de la jaula. ¿Ves? Creo que eso también lo escribí hace como treinta años:

“Dentro del alza y tras el punto de mira, alineados en la perspectiva del disparo, vio la mancha roja que descendía hasta el nacimiento del pico, entre los ojos del pájaro. Después sabría que la base del que creyó triángulo brotaba sin delimitación precisa en el lado posterior de la cabeza. Pero de eso no pudo enterarse aquella tarde en que bajó el rifle y quedó observando el ave azul, algo mayor que una paloma corriente, contra el azul más tenue del cielo […]. Hasta que cierta tarde regresó a la contemplación del pájaro. Esta vez no hizo el recorrido por los alrededores, en la malicia de que algún extraño anduviera próximo, ni verificó que los caminos continuaran perdidos, ni trepó a un árbol de cada punto cardinal para detectar probables intrusos. Permaneció absorto, y así lo encontraron los primeros amagos de penumbra. Cuando se echó el rifle al hombro y alineó dentro del alza el punto de la mira con el vértice del que había supuesto triángulo rojo, puede que ansiara retornar al principio de esta historia. O tal vez no. Tal vez estaba vacío de pensamientos.” (Del cuento “El cazador”, libro Un tigre perfumado sobre mi huella).

AA- ¿Qué hacemos con, o qué se hacen, los cientos de miles de cubanos considerados castristas una vez Cuba sea libre?

JFP- Nada en especial. O la Cuba que resulte de todo este largo sufrimiento será un espacio de libertad genuina, es decir, un país donde quepan todos los cubanos, no importa cómo piensen, o nada habrá valido la pena. Si la idea es sustituir el actual sistema de negación por otro semejante, aunque de signo contrario, entonces, gracias, pero no. Quienes han cometido crímenes, deberán responder por estos; los que no, sean castristas, rosacruces o nihilistas, deberán ser respetados como integrantes plenos de una sociedad ideológicamente abierta y amplia. En qué creyeron, es un asunto individual y que solo atañe a su conciencia, que ya determinará cómo lidiar con el pasado. En este aspecto, Norayagu tiene razón, no me cabe duda:

“Norayagu, sin embargo, creía saber la verdad: aquel hombre todavía de pie junto al juego de Perros y Chacales moriría de no poder olvidar, y tanta sería su angustia, que un día desearía haber sido asesinado en esta antecámara, sorprendido por la mano insospechadamente firme de un viejo esclavo que nada tenía para perder. Él, Norayagu, no podía anticipar el destino, pero estaba seguro de su intuición, y con eso le bastaba.” (Del relato “El arma secreta”, libro El arma secreta).

AA- La difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc., han contribuido grandemente a afianzar el totalitarismo en Cuba en los últimos 63 años. ¿Cómo atenuar esta tendencia sociológica en una Cuba en democracia, con conexión abierta a Internet?

JFP- “La difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc.”, son lamentables flagelos que he encontrado en todas partes, con marcada preeminencia en Cuba y Miami, como es usual allí donde se expresan grupos de personas aferradas sin atenuantes ni matices a una causa ideológica, sea del carácter que sea. En Cuba, el asunto resulta más letal y, por tanto, más visible debido a la propia condición dictatorial del sistema, que convierte cualquier acusación en un peligro de ostracismo y persecución para el señalado; en Miami, todas aquellas acusaciones de gatillo fácil (comunista, rojo, rosadito, etc.), no pocas veces adquirieron un matiz de farsa, molesto para las víctimas, pero nada más. Una vez que el sistema político cubano desaparezca (y, con él, la miseria generalizada en que vive la mayoría de la sociedad), “la difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc.” seguirán existiendo, solo que serán menos una opción autorizada (y estimulada) para vigilar al otro y una vía prioritaria para alcanzar las aspiraciones personales de mucha gente. Intento decir que la propia realidad objetiva y subjetiva de una Cuba democrática colocará esas lamentables manifestaciones en los niveles que suelen ser normales para cualquier sociedad.

AA- ¿Usted votaría a favor de incluir una asignatura contra la envidia en un futuro sistema de educación en Cuba?

JFP- Me parecería ridículo. Primero, porque la envidia es, lamentablemente, un sentimiento inherente al ser humano en sociedad, algo que se presenta con mayor fuerza, claro, en un ambiente donde tener pasta dental o un simple teléfono celular o la posibilidad de viajar al extranjero se consideran riquezas envidiables y supeditadas a la guataquería política, al trapicheo o a ambos a la vez. Y, segundo, porque necesitamos alejarnos de la percepción hipertrofiada sobre el papel de la educación formal, que ha sido una de las bases más sólidas del sistema político cubano y su profundo adoctrinamiento político. En la medida que la sociedad civil cubana recupere los espacios que la dictadura le ha robado, en la medida que la familia, las instituciones religiosas, los núcleos de pertenencia fuera de la política, etc., consigan fortalecerse y realizar el trabajo educativo que les corresponde, será posible disminuir plagas sociales como esta y otras.

AA- ¿Cuán positivamente puede contribuir a la liberación y desarrollo de Cuba el activismo político youtuber liderado actualmente, entre otros, por influencers como los Pichy Boys, Alain Paparazzi o Alexander Otaola?

JFP- Sobre este asunto apenas tengo opinión. Lo observo como observo el reguetón, es decir, porque su existencia algo dice sobre necesidades y carencias de nuestra contemporaneidad. Si el pensamiento democrático cubano ha de encontrar su fuente de solidez en la farándula y no en sus más robustas voces intelectuales, entonces, aquí nos despedimos y, como decían en el pueblo de mi infancia: cada chipojo para su tablao.

AA- ¿Qué tipo de influencia podría ejercer Estados Unidos en el futuro de Cuba teniendo en cuenta los estrechos lazos existentes entre ambos países desde hace, por lo menos, tres siglos?

JFP- La influencia de Estados Unidos sobre Cuba ha sido inevitablemente aplastante, y en el futuro es de esperar que sea aún mayor; primero, porque estos largos sesenta años la han fortalecido, en la misma medida que Cuba y los cubanos hemos vivido pendientes día a día de los que ocurre en USA; y, segundo, porque ahora ambos países comparten también a millones de personas que se saben y se siente cubanos y norteamericanos al mismo tiempo. Para mí, sería suficiente con que ambos países sostengan una relación parecida a la que hoy existe entre Estados Unidos y la República Dominicana y que podamos aprender de la sociedad norteamericana dos cosas: el verdadero valor de la división de poderes dentro del Gobierno y la preeminencia del sistema social por encima de los individuos.

AA- ¿Usted quiere ser enterrado en la mayor de las Antillas o, por el contrario, prefiere que sus cenizas sean arrojadas al mar?

JFP- Me gustaría tener una muerte civil y callada, como un sutil abandonar la escena que solo importe a mi familia, los amigos y la literatura, todos los cuales constituyen para mí el mismo espacio. Lo que pase con mis despojos, me da igual, porque tampoco estaré ahí para dar opiniones. Sé que la parte intangible de mi vida (como la de cualquier otro difunto) irá a perderse en esa corriente imprecisable de que te hablé al principio. ¿Qué me gustaría? Convertirme en un espíritu jodedor y aparecérmeles a los escritores y moverles el pulso y mortificarlos soplándoles ideas locas al oído. Por ahora y respecto a ese tema, solo hago lo mejor que puedo, reírme de la muerte:

Borondongo le dio a Bernabé. ¿Y si ahora mismo me tiro de cabeza por encima de la baranda? Los tres pisos no hacen una gran altura, pero iría a caer justo sobre la estatua del Padre de la Patria, duro como un carajo, lo que garantizaría una muerte segura. Al final, igual me voy a morir en un par de semanas, quizás menos, así que… ¿Lograría que los raros se inmutaran viendo mis sesos regados encima de la estatua? ¿Se sentiría el Decano al menos un poquito culpable por mi muerte? ¿Qué dirían de mí en la universidad? Bernabé le pegó a Muchilanga. Imaginemos que fueran a escribir sobre mi muerte una de aquellas notas necrológicas que publicaban hace añales en El Caribe: Ha muerto el señor Osvaldo Iturralde, sociólogo de poca obra, a quien en su primera juventud algunos consideraron una promesa de la investigación social, y que prefirió luego desgastarse tratando de enseñar historia a estudiantes desinteresados y radioescuchas aburridos. Las putas de Santo Domingo Este, a quienes el Sr. Iturralde dio cumplida ocupación durante los últimos años, lo lloran desconsoladas. Murió a destiempo y en brazos de la patria”. (Relato “El ombligo de María B”, del libro El arma secreta).

AA- Por favor, revélenos el nombre secreto de Cuba.

JFP- Tiene muchos, eso depende del momento y el estado de ánimo. A veces se llama Distancia; otras, Dolores; otras más, se nombra como el río de mi infancia; en ciertas noches, presume de llamarse Karenia; veces hay en que responde al nombre de Catalina (la del guayo en aquella canción); y así muchos más que omito para no aburrirte.


 

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Armando Añel
Escritor, editor, zensicólogo. Ghost Writer. Entre los años 1998 y 2000 se desempeñó como periodista independiente en Cuba. Tras recibir el premio de ensayo anual de la fundación alemana Friedrich Naumann, con la revista Perfiles Liberales, en febrero del año 2000 viajó a Europa, donde residió en España e Inglaterra hasta radicarse en Estados Unidos en 2004. Tiene una docena de libros publicados. Dirige Neo Club Ediciones y es uno de los coordinadores del proyecto Puente a la Vista y del Festival Vista.
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