Mi primera gran tristeza sigue siendo la muerte de mi madre. Ante la ausencia de ese beso y ese abrazo pensé que no podría sobrevivir, pero amigos y familiares se han encargado de reforzar mi fe.
Mi segundo dolor permanente es Cuba, la pena de ver que mi nación permanece por seis décadas con la dictadura más prolongada en la historia de Occidente. Al gran amor a mi patria se une la esperanza de ver que los jóvenes han decidido levantar sus voces junto a quienes desde hace décadas luchan por la democracia.
Mi ilusión está en los artistas, médicos, periodistas independientes, religiosos y sociedad civil genuina que se levantan contra el crimen de permanecer en silencio en un país donde el simple acto de un ciudadano de salir con una flor blanca a la calle puede convertirse en motivo de encierro domiciliario.
Me uno al dolor de la familia conformada por mis amigos Dayana Prieto y Yunior García Aguilera, que en estos instantes levantan, como símbolo más visible, la bandera de la resistencia desde su casa vulgarmente sitiada. Y en nombre de todos los que luchan, le regalo a mi país nueve horas de ayuno, el cual comienzo a las tres de la tarde de este 15N en la casa marcada con el número 9 de la calle 9…
Me mantendré sentado y encadenado, vestido de blanco, rodeado de libros (la Biblia, Martí y Reinaldo Arenas). Nadie debe preocuparse porque no habrá peligro para mi vida. Nadie está autorizado a interrumpir mi ayuno. Nadie debe romper mi puerta. Soy hombre de paz.
Así como en julio del pasado año zafé una tablilla de una ventana para afrontar la posible detención por parte de quienes pretendían llevarme hasta las unidades de la PNR, así he zafado la ventana de cristal que da al frente de mi calle. Lo hago para que no quepa duda de que no tendrán mis adversarios modo alguno de filmar otra obra que no sea la de mi cuerpo en oposición al comunismo como sistema totalitario y en homenaje a la causa de la democracia.
Al ver las motos y un auto permanente en la otra esquina adivino que no podré salir. Entonces entro a marchar con mayor impulso desde mi silencio obligatorio, me uno a quienes marchan desde el corazón.
Que Dios ampare a Cuba.