En un nuevo aniversario de la muerte de José Martí, un par de anotaciones al margen:
a) Martí no fue un guerrero en la Matrix, de serlo nunca se hubiera tomado demasiado a pecho las descalificaciones de que era objeto por algunos de sus compatriotas involucrados en la guerra contra España. Parece que su mayor error no fue la imprudencia o la precipitación en Dos Ríos sino, antes que eso, haberse dejado llevar por su indignación, por el deseo de «callarle la boca» a sus detractores -los cuales lo acusaban de capitán araña o simplemente ponían en duda su honestidad y capacidad- con una carga heroica.
Este impulso del ego, del orgullo herido o como se prefiera llamarle, suele estar en la raíz de casi todas las decisiones disparatadas y constituye una debilidad imperdonable en cualquier combate, sea de la naturaleza que sea (física, intelectual, etc.).
b) Relacionado con lo anterior: Para lograr la liberación de países como Cuba, donde hacer picadillo a quien sobresale en prácticamente cualquier campo o circunstancia constituye un deporte nacional, se necesitan, más que héroes, hombres y mujeres avezados en la recurrente tarea de ningunear a los saboteadores y envidiadores, que siempre son legión. Individuos capaces de observar, con una mezcla de compasión y humor, el disparatado espectáculo de la tragicomedia humana, y de actuar en libertad, psicológicamente a salvo de la dependencia egotista. Gente, en fin, que no se deje «cohetear» (manipular, empujar al charco hediondo), para utilizar un modismo vigente en la Cuba que dejé atrás hace 20 años.
Originalmente publicado en mayo de 2019 en Neo Club Press