Inspirado en el entrañable personaje de Pánfilo, escribí hace ya once años esta especie de poema paródico, en momentos en que ofrendábamos nuestro ocio por su libertad.
«Porque cuando la vida se te va buscando jama / ya no es vida / porque cuando te condenan por querer jamarte algo / no hay quien viva».
Insisto, el hambre o muerte ha sido y es un instrumento de la robolución cubana -de ahí que el «Patria o muerte» seudoabastecedor insinúe un «Cuota o suerte» seudoadministrativo-, como las colas, Alpidio Alonso, el NTV, el Ministerio del Interior, las tripas, la claria, los chivatones, la moringa, Abel Prieto, las brigadas de respuesta rápida, el picadillo de soya, la vaca enana y un largo y oprobioso etcétera.
Es preciso recordar que la dictadura mantiene a la gente ocupada buscando jama para que no se le ocurra liberarse. Esta relación enfermiza entre el Poder y el Pueblo -que incluye, cómo no, el secuestro estatal de los medios de producción, la comida en dólares, los salarios en pesos y la libreta de racionamiento- tiene que acabar.
Para que haya vida, para que haya patria, tiene que haber jama.
Para que haya jama, para que haya Cuba, tiene que haber libertad.