Pensé que el “Clasificador Nacional de Actividades Económicas (CNAE)” —no se sabe muy bien si se trata de un humano, una máquina o simplemente una lista elaborada maquinalmente por un grupo de humanos— había prohibido la fabricación de “naves espaciales”. Pero no. Ideas que me hice tras una primera lectura fugaz, influida tal vez por la inquietante noticia de que, en Nicaragua, Daniel Ortega ha presentado un proyecto de ley con el objetivo de crear una “Secretaría Nacional para Asuntos del Espacio Ultraterrestre”.
Tras una segunda mirada, el PDF no dejaba lugar a dudas: Estaba y está prohibida la fabricación de «naves especiales» en Cuba, que no es lo mismo ni se escribe igual.
En una nave espacial se puede volar. Abandonar el planeta. Dejar atrás incluso la Luna. En cambio, en una nave especial se puede hacer de todo. Hasta construir una nave espacial.
Partiendo de que utilizamos aquí, para entendernos, la cuarta acepción de “nave” según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (“Cuerpo, o crujía seguida de un edificio, como almacén, fábrica, etc.”), en una nave especial, por ejemplo, se puede hacer azúcar. Es decir, producirla tras cortar la caña en el campo, transportarla a la nave y elaborarla dentro de ella. Todo en secreto, por supuesto, porque tanto hacer una nave especial como producir azúcar constituyen, ahora mismo, actividades prohibidas en Cuba por el “Clasificador Nacional de Actividades Económicas”.
El Clasificador especifica, entre otras muchas prohibiciones, que no se puede fabricar “aeronaves y naves especiales y maquinaria conexa” (3030) en Cuba. Enseguida me asaltaron tres preguntas aparentemente inconexas:
1) ¿Qué clase de nave puede ser tan especial como para que un Estado todopoderoso prohíba su fabricación independiente?
2) ¿Cómo saber qué es maquinaria conexa? ¿Conexa respecto a qué?
3) ¿Por qué no se puede producir azúcar en Cuba, por cuenta propia, si el café necesita azúcar, los frijoles negros necesitan azúcar, los cakes necesitan azúcar, los cumpleaños necesitan azúcar, hasta el agua con azúcar necesita azúcar? Y encima, el Estado cubano no la garantiza en cantidades industriales.
Una revolución es dulce, luego de ser violenta, o no es. Hace mucho tiempo la robolución cubana mató a la revolución cubana. Institucionalizó la amargura, arruinó la industria azucarera, etc. Y cuando arruinas algo, o lo amargas, no puedes pretender monopolizarlo.
Larga vida a la producción independiente. Y a las naves especiales. Y a toda clase de maquinaria creativa.
Azúcar para crecer.