Eddy Calderón y Medardo Naranjo (Mamito), dos clásicos del humor cubano exiliado, dos figuras ineludibles de la comedia televisiva del Miami del tercer milenio, acaban de fallecer en este diciembre de 2020, año pletórico de desgracias y disparates. Y aunque no creo en la muerte como «acción final», como algunos de mis exiguos lectores saben muy bien -o más bien, precisamente, porque no creo en la muerte-, y por tanto no la elevo al rango de excepción sino de continuidad, despojándola de solemnidad y lamento, quiero detenerme en la figura de Mamito con agradecimiento particular.
Se trata de darle las gracias sobre todo, dado que ha sido para mí y seguramente para muchos un referente práctico, filosóficamente hablando, encuadrado en ese espacio de comicidad que constituye a fin de cuentas, en los circuitos de la Sociedad del Disparate, casi la única ventana por la que escapar del absurdo. En Mamito y una de sus tajantes frases emblemáticas se resumen de manera asombrosamente clínica siglos de pensamiento o sabiduría o filosofía, tanto de Occidente como de Oriente. Me refiero a su abarcadora definición «Así es»:
En cuanto a Eddy Calderón, cómo olvidar sus geniales imitaciones del comandante en polvo, que seguro tendrán merecido seguimiento en la comedia postotalitaria de este siglo XXI, ya en una Cuba liberada: