1- No hace falta un acento unificado —el supuesto ‘neutro’— para que el público se identifique y acepte a los distintos personajes de esta serie en Netflix. Por ejemplo, Alma es argentina, habla con un marcadísimo acento gaucho y nadie se lo cuestiona. Se entiende todo lo que dice, así que Televisa, Telemundo, Univisión, quiten la camisa de fuerza del acento dizque ‘neutro’ a sus actores no mexicanos.
2- Pero la gran lección no es esa, sino cómo es la vida de los pobres ciudadanos bajo un régimen totalitario, vigilados por una Begoña en cada comuna (cual CDR castristas: «En cada cuadra un comité, en cada cuadra… un chivatón») y por la Seguridad del Estado, a merced además de los chivatos oportunistas o fanáticos, que nunca faltan. Hace falta que todos los socialistas trasnochados —sobre todo los españoles— vean esta serie, donde el pueblo come ‘carne con papas’ sin carne mientras la nomenclatura gobernante y sus familiares gozan de todo tipo de privilegios. Esa es la Cuba de hoy, tíos trasnochados, y lamentablemente, desde ya pronto 62 años.
3- Desgraciadamente, la Seguridad del Estado siempre encuentra individuos que, por miedo a perder su trabajo o su posición, o por chantaje, porque los detuvieron haciendo algo ‘ilegal’ —casi toda actividad libre del control del estado totalitario es ‘ilegal’—, aceptan vigilar e informar sobre sus familiares y amigos, algo de lo que he sido víctima yo mismo, pues dos de mis supuestos grandes amigos en Cuba, uno en La Habana y otro en Santiago de Cuba, accedieron a vigilarme cuando yo iba a la Isla para informar de mis movimientos y reportar si tenía algún encuentro con la disidencia.
A uno lo dejé de tratar pero al otro lo he perdonado. Aunque no olvido.
4- Y por último, y no por ello menos importante, que todos los pueblos bajo dictaduras totalitarias se comportan de modo similar. La mayoría vive con miedo y hace el juego de la doble moral y hay chivatos y colaboradores. Como tan bien dice mi gran amiga Anabel, un solo hombre como dictador no puede joder a un país y a un pueblo si no cuenta con gente servil que lo siga y lo apoye.
Como coletilla, y ya sin nada que ver con dicha serie: Incluso muchos de los que logran escapar de la dictadura castrista (Díaz Canel es tan títere que no amerita decir «canelista») aún continúan con miedo a las represalias del régimen, como no poder entrar a Cuba, y no ponen «like» a textos en su contra, como éste mismo, por ejemplo. Ya que sabemos que las ciberclarias nos revisan Facebook, los emails y Twiter, como antes nos abrían la correspondencia… y siguen escuchando las llamadas.
Gracias, valiente Movimiento San Isidro. Viva la libertad de expresión. Cuba para todos. Sin miedo.